Miquel Alzamora. Febrero 2024. Suelo hacer el ridículo de vez en cuando de forma más o menos única. El otro día, por ejemplo, fui a correr al parque de ‘sa Riera’. Hacía tiempo que no iba y me noté pesado, pero contrariamente a lo previsible, las mallas estrechas y que me quedan como un tiro iban holgadas a la altura de la cintura, cosa que me reconfortó. Después de un mes sin hacer deporte había adelgazado, pensé. Nada más lejos de la realidad. Resultó que el elástico que hace de cinturón había cedió y por eso me iban grandes. Paré antes de tenerlas a la altura de las rodillas y que alguien me pudiera confundir con un perturbado o un exhibicionista. Me detuve a estirar para disimular el ridículo. Los profesionales o ‘runners’ más avanzados estiran y yo hago como que estiro, pero realmente no estiro nada. Realmente no sé ni lo que hago. Resulta que estiraba o intentaba estirar al lado del pedrusco que indica que se inauguró el parque en el año 2007 y en el que ya no figura desde hace tiempo el nombre de Jaume Matas, al que borraron con un martillo y un cincel de la faz de la piedra en cuestión. Los políticos lo tienen fácil para olvidar el pasado. Se traen dos utensilios de albañil, te meten dos martillazos y si te visto no me acuerdo. Qué fácil sería la vida si pudiéramos borrar situaciones pasadas con un simple martillazo. Yo por ejemplo, que he intentado no meterme en muchos líos, borraría los recuerdos de la mili para no contarles más historias aburridas y repetitivas y también borraría recuerdos de infinidad de partidos de fútbol que he visto y que han sido aburridos hasta la extenuación. Borraría algún titular que he escrito y tal vez algún calificativo un tanto impertinente que he podido deslizar por aquí. Pero creo que tendré que vivir con ello hasta el final porque no se ha inventado el martillo y el cincel que te permita borrar malos recuerdos y errores del pasado y olvidarte de ellos como se olvida a los políticos caídos en desgracia.
Martillazos
Miquel Alzamora
9 de febrero de 2024